jueves, 20 de septiembre de 2007

Si pudiera describirte me quedaría callada. Si tus besos fueran nombrables te besaría para que mi boca no los nombre jamás. No digas nada. Nunca. De esto que nos pasa. No lo comentes con ningún amigo. Ni siquiera con tu espejo. No expongas a la miseria de las palabras, esta energía inefable, este huracán de instintos. No lo opaques con sílabas suntuosas. No soy única. No. Soy una en vos. Soy otra en otros. Callame, no me dejes seguir matando de a poco con estas líneas el deseo incontrolable de morder tu piel. Basta, besame, matame, no dejes que lo arruine todo, otra vez. Siempre, otra vez. Cada palabra que escribo es un deseo que muere. Callame, besame o matame.