viernes, 22 de febrero de 2008

Enamorada de La Otra

Simplemente maravilloso.


Esas voces, con esa sensación de ser sentidas en cada sonido, en cada respiración. Un grupo de voces y más que eso. Se conjugan en un juego de letras que dicen que mueven que parecen que se pierden y en realidad no hacen más que encontrarse.

Hace un tiempo me encontré con un sueño. Hoy lo asumo como objetivo. Quiero cantar. Quiero sentir ese vibrar en mi cuerpo. Y bailar. Es todo lo que siento hoy que necesito. Pero fiel a mi estilo las decisiones se toman despacio. Y creo que es lo mejor porque también así se construyen y hay una base que las sustenta. Después el puntapié final -inicial- y la rueda gira. Y aunque la hagamos girar para el lado que queramos, no sabemos dónde va a parar. En la vida hay algo de decisión y bastante de devenir, con alguna pizca de circunstancia y una cucharadita de compañía.

Pero me fui de tema. El tema era La Otra. El tema puede ser Pippo, pero sobre todo Susana. Prometo intentar subirlo. Y que se deleiten con ellas también ustedes que no sé quienes son. Fantasmas de la noche que leen palabras escritas al aire.

Y para colmo, también hoy estuvo Clarice -en una magnífica versión española-. Mi amada Clarice que tanto me alumbró con sus crónicas las tardes sol y de lluvia torrencial brasilera.
"Es sólo una mujer que entra en tu piel" o algo más que eso. Son muchas mujeres que entran en una sola. Yo. Que se mezclan con un poco de vino y algo de torpeza.

Ana nos firmó el disco. Es tan bonita y sencilla como sus canciones. Tan rubia y flaca como en las fotos. Es como es. Y si se descalza muestra los pies. Y aunque a J.J. no le guste, yo pongo una ficha en Candy con su diapasón, y también en la gorda-que-hace-chistes-todo-el-tiempo. Completando el cuadro, la ermitaña con su voz de ausencia, cubre las canciones con su presencia invisible.

Me extendí demasiado cuando tres palabras bastaban: disfruté como loca.