jueves, 1 de noviembre de 2007

el aburrimiento es feroz. es de noche. prendo un cigarrillo y miro mis dedos moverse entre el tabaco y el humo. ni siquiera el humo toma formas sorprendentes. me siento en el escalón de más arriba y miro hacia la puerta. no espero que venga nadie. es sólo para confirmar la salida. para saber que si quiero puedo irme. pero elijo quedarme.
tengo sed. busco un vaso y me sirvo agua. la tomo. despacio. siento como va atravezando mi lengua, mi garganta...pero en un punto la pierdo. ya no la siento. quizás haya calmado mi sed y entonces su existencia no tenga sentido. quizás ya no 'es' nada.
no sé. dejo de pensar en eso. apago el cigarrillo cuando todavía queda la mitad. en realidad no fumo. pero ciertas circunstancias me parece que necesitan de un poco de humo. como una ambientación. como una música de fondo.
sigo aburrida.
escribo. unas líneas. garabateo la hoja. pienso en qué podría hacer para no aburrirme. hojeo las páginas de un libro. no me atrae.
miro la puerta.
no viene.
no va a venir.
igual no lo espero.
y si viniera el aburrimiento seguiría presente como una sombra, como un reflejo. y sería peor porque tendría que fingir no aburrirme.
que no venga.
no.
bajo hasta el primer escalón. me siento. me saco las zapatillas y siento el pasto. está seco. hace días que no llueve. hay sol. y no parece que vaya a llover.
miro mis pies. flacos y blancos. me llevan a todos lados y sin embargo nunca los miro. durante mucho tiempo no los reconocí como míos. eran algo ajeno a mi cuerpo. ahora no, ahora son míos. sólo míos.