lunes, 26 de noviembre de 2007

noche de domingo

p. vino en bicicleta. sus ojos brillaban como la brillantina del agua. su voz agitada no encontraba las palabras. su corazón de península brotaba por sus manos que temblorosas me entregaron la locura en forma de caja de cartón. y yo sin saber qué decir. y yo ahí clavada en la esquina. como estatua de sal. tan sólo pude sonreír. y abrazar tímidamente. qué hacer ante tanta entrega. qué dar a cambio cuando no se pide nada. cuando se recibe algo inesperado. una música que suena ahora en mi silencio. una música, un remanso de espinas de algodón.
el prado está lleno de hojas secas. que caen y nadie recoje. mi valija está llena de polvo. y no sé cómo vaciarla.
el cielo está tan claro hoy.
que podría enamorarme.
o llorar un año entero.
(el mismo que ganamos ayer)

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