Es inútil
que me toques la espalda
que me beses el cuello
que me levantes la falda
No tiene sentido
que te toque la frente
que te diga al oído
que despejes tu mente
El fuego que envuelve
la cama
se apagó y no vuelve
desde esta mañana
Esa palabra
-que nadie nombró-
opaca tu risa
se mece en mi llanto
De nada sirve, amor,
que enumeres tus actos
tu atroz valentía;
sólo un nuevo sol
nos traerá otro día.
Hoy
No me pican tus deseos
no me abriga tu manto
Se derribó en un instante
imperceptible y constante
de mi dulce agonía
de mi fatal alegría
solo queda un recuerdo
en mi corazón lerdo
Perdida en la bruma fría
me despierto sin poder
en mitad de la noche
dormir esta melancolía
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