viernes, 14 de septiembre de 2007

Lo que veo es lo que no está. Veo una ausencia. La ausencia de un vestido rosa detrás de la ventana. La necesidad de congelar esa visión me llevó a abrir la puerta, atravesar el patio y pararme justo enfrente de la ausencia del vestido. Sentir su aroma a bergamota, oír su sonido a río manso.
Ir hacia el vacío. Entre esos dos agujeros negros. El aire insonoro me aísla.

Ojo de tormenta. Boca de avalancha.

Vendrán a buscarme. Tendrán muchas manos y una sola salida. Me tomarán por los hombros me guiarán sin violencia y yo me dejaré llevar porque jamás pude resistirme a ir hacia mi propio fin. Oiré algunos pasos, pero no pediré ayuda. Yo también voy a poder -al fin- entregarme. Y ya no sentiré culpa. Nunca más.

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