Lo que veo es lo que no está. Veo una ausencia. La ausencia de un vestido rosa detrás de la ventana. La necesidad de congelar esa visión me llevó a abrir la puerta, atravesar el patio y pararme justo enfrente de la ausencia del vestido. Sentir su aroma a bergamota, oír su sonido a río manso.
Ir hacia el vacío. Entre esos dos agujeros negros. El aire insonoro me aísla.
Ojo de tormenta. Boca de avalancha.
Vendrán a buscarme. Tendrán muchas manos y una sola salida. Me tomarán por los hombros me guiarán sin violencia y yo me dejaré llevar porque jamás pude resistirme a ir hacia mi propio fin. Oiré algunos pasos, pero no pediré ayuda. Yo también voy a poder -al fin- entregarme. Y ya no sentiré culpa. Nunca más.
viernes, 14 de septiembre de 2007
Publicado por
Josefina
en
11:00
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