miércoles, 12 de septiembre de 2007

¿Qué es esta calma estrepitosa, este remanso lunar en el que me encuentro? Hace mucho que no sentía que se puede estar esperando, sabiendo que va a llegar y entonces quizás ahora entiendo eso de la “dulce espera”. No, no estoy embarazada. Simplemente, espero. Y es dulce. Porque sé que va a venir. Sino sería angustioso, inminentemente suicida. Sería pesado. Pero no. Hoy el día pegotea el pelo, la piel y yo tengo el cuerpo iluminado. Llueven sobre mí mieles de seda. No es felicidad, no. Es una sensación de calma pavorosa, una sucesión de ritmos porteños como melodías. No hay ruidos, hay sonidos que se conjugan y hacen más tierna la espera. Beso el aire, acaricio una paloma. Ya está llegando…

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